Abu Mohammed al-Jawlani subió a un autobús en Damasco en marzo de 2003, rumbo a través del desierto hacia Bagdad con otros voluntarios deseosos de repeler la inminente invasión estadounidense de Irak.
Cuando regresó a su país en 2011, después de pasar cinco años en un campo de prisioneros dirigido por Estados Unidos en Irak, lo hizo como emisario del fundador del Estado Islámico, Abu Bakr al-Baghdadi. Jawlani llegó a Siria con bolsas llenas de dinero y con la misión de llevar el movimiento extremista a nivel mundial.
La semana pasada, Jawlani, de 42 años, entró triunfante en Alepo , la segunda ciudad más grande de Siria, como comandante principal de la fuerza rebelde respaldada por Turquía y dominada por su grupo, Hayat Tahrir al-Sham. Su victoria , inesperada y rápida, marca uno de los momentos más dramáticos en un Oriente Medio en el que no ha faltado el drama.
En comparación con su impacto y su importancia estratégica con la toma de Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak, por parte del Estado Islámico en 2014, la caída de Alepo ha sido hasta ahora un asunto muy diferente.
enemigo de Estados Unidos. Desde la primera administración Trump, que negoció un acuerdo con los talibanes en Afganistán, Jawlani y HTS han buscado un acuerdo que levantaría la designación de grupo terrorista al grupo sirio.
“Han aprendido a jugar el juego”, dijo Alberto Miguel Fernández, vicepresidente del Instituto de Investigación de Medios de Comunicación de Oriente Medio y ex coordinador del Departamento de Estado para las comunicaciones antiterroristas. “Todavía tienen lo que llamaríamos una ideología extremista, pero no son extremistas estúpidos, sino extremistas nacionalistas. Jawlani sabe que tiene que moderar su tono, por ejemplo, en lo que respecta a las minorías, porque es algo que la gente de Occidente le echará en cara”.
International Crisis Group en 2020, dijo que no representan una amenaza para nadie fuera de Siria.
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En el caos de la guerra de Siria, fue un momento de ceremonia burocrática.
Tres hombres con uniformes de combate de camuflaje se reunieron con un puñado de civiles vestidos de civil en la ciudad capturada de Alepo . En la reunión del lunes, los combatientes de Hayat Tahrir al-Sham (HTS) traspasaron formalmente la responsabilidad de la ciudad al protogobierno del grupo yihadista.
Con la administración de Bashar al-Assad derrocada de Alepo, HTS ahora tiene la responsabilidad de una ciudad de dos millones de personas.
La ceremonia simbólica, publicada en los canales de redes sociales de HTS, tenía como objetivo asegurar al público que el grupo estaba listo para gobernar y luchar .
En las capitales occidentales hay una ambivalencia clara –y comprensible– respecto del grupo yihadista que ha capturado franjas del noroeste de Siria durante la última semana.
Abu Mohammad al-Jolani, el líder del HTS , tiene una recompensa de 10 millones de dólares en Estados Unidos por su cabeza. Se unió a Al Qaeda y al Estado Islámico (EI), antes de separarse de ambos grupos y rechazar sus tácticas “extremas”.
Grupos de derechos humanos han documentado la tortura de opositores políticos en la región de Idlib, que HTS controla desde que las líneas de batalla contra el régimen de Assad se congelaron durante la pandemia de Covid en 2020.
El lunes, Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Francia y el Reino Unido publicaron una declaración no vinculante en la que instaban a “todas las partes” a “desescalar”.
Aunque la brutalidad de la guerra del régimen de Assad contra la oposición convirtió al presidente sirio en un paria en Occidente , algunos funcionarios citan la máxima de que “el enemigo de mi enemigo puede seguir siendo mi enemigo”.
Jolani ha intentado mejorar su reputación a ojos de Occidente. En 2021, concedió una entrevista a PBS, la cadena de televisión financiada por el Estado estadounidense, en la que calificó de “injusta” y “política” la designación de HTS como grupo terrorista.… » ver todo el comentario
#68 Tkachenko 
