#9 Con una tasa de paro del 6%, que es casi pleno empleo, la UE tiene una tasa de vacantes de empleo del 2,6% (España paro del 12%, tasa de vacantes,0,9%, 3T2023), sabiendo que la población activa pasará del 70% actual al 54% en 2070, por la baja natalidad, la burocracia europea lleva años buscando trabajadores fuera de Europa, para determinados sectores productivos, y en categorías laborales muy concretas, (según el Banco de España se necesitará 24 millones de trabajadores migrantes hasta 2053 para sostener las pensiones), trabajadores a la medida de un mercado laboral segmentado e incluso irregular el 12% del PIB/UE es economía sumergida, (24% del PIB en España, (Garamendi, dixit)).
El contrato de extranjería es la punta del iceberg del contrato social con el que pretendemos rearmar la democracia europea, el más burdo, explícito e hiriente, manifiesta la ideología de dominación que está presente a distintos niveles en la cultura occidental, pone en tela de juicio la legitimidad del sistema político que se pretende consolidar, y que niega de entrada la capacidad de decisión y actuación a determinadas personas por su pertenencia, asumida o no, a grupos predeterminados.
La UE es incapaz de encontrar una ciudadanía que haga compatible el reconocimiento de la igualdad en la diversidad. El sujeto de la política es contextual, se halla inmerso en redes y discursos normativos muy diversos que a veces le ayudan, pero que en muchos casos le obligan a asumir la identidad que se le ofrece como la más accesible. Este es el caldo de cultivo del radicalismo y del fundamentalismo religioso. Por muy desfavorecido que aparezca respecto a su entorno social, la democracia europea debe incluir al “ciudadano” inmigrado, y dotarlo de recursos suficientes para superar las determinaciones impuestas originariamente por su cultura, religión o costumbres, si quisiera hacerlo.
Lejos de esta desiderata son innumerables los problemas que plantea la inexistencia de un estatuto jurídico-comunitario, debidamente perfilado, para garantizar los derechos y exigir las obligaciones a los ciudadanos (regularizados o no) de terceros países. Todavía no hay política inmigratoria común, no basta con contratar trabajadores extranjeros, ni devolver a su origen a los rescatados en el mar, como ha hecho España.
El populismo de derechas, con su carga de racismo y xenofobia visceral, empezando la casa por el tejado como siempre ... y de paso enterrando los valores que han hecho de la UE lo que es.
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Esto se soluciona dando las visas en las embajadas de origen, que no entregan ninguna siguiendo instrucciones del ministerio de exteriores de la metrópoli.
Eso también es mafia y corrupción.