Cómo diría el ínclito Antonio Gasset: «Yo vengo aquí a hablar de cine, no a hacer amigos», por ello me permito abordar la presentación del festival ArteKino con la franqueza que merece, celebrando su audacia y señalando, sin concesiones, las heridas y las maravillas que expone. ArteKino, en su novena edición, parece un acto desesperado por preservar algo que el resto de nosotros damos ya por perdido: una idea de Europa. No la Europa de los tratados ni de los burócratas con trajes grises, sino una Europa visceral, en carne viva.